martes, 16 de marzo de 2010

Poesías sobre los Dioses Griegos


¡Saludos a todos! Me alivia volver a escribir en nuestro mimado pero maduro blog, cada vez la gente colabora más y eso es bueno. Encontré unas fascinantes poesías sobre los Dioses Griegos que espero que os gusten.A ver si os gustan.


Los dioses griegos

Bajo la luz serena de la luna como el oro en fusión el mar riela,


Resplandor que el fulgor del claro día Con la molicie de la noche mezcla,

La vasta playa misterioso alumbra,


Y en el azul del cielo sin estrellas vagan las blancas nubes como estatuas De dioses colosales y siniestras,

Talladas por la mano del acaso
en las entrañas de brillante piedra.

No son, no son las nubes, son los dioses,


los dioses mismos de la antigua Grecia,


Que el mundo alegremente gobernaron en pasadas edades con su diestra,

y hoy, después de su ruina y su caída, cuando la noche silenciosa media,

cruzan dolientes por el ancho cielo
espectros tristes, sombras gigantescas.



Fascinada y atónita mi vista, este flotante Pantheón contempla;

Colosales figuras que se mueven
y cruzan tristes la extensión serena con un solemne y sepulcral silencio.



Mirad a Kronion, rey de las esferas;
su nieve los inviernos en los bucles vertieron, de su oscura cabellera, sobre aquellos cabellos que al moverse al Olimpo temblar un día hicieran;


Aún con furor el extinguido rayo
Trémula empuña su cansada diestra, Y su rostro, que hollara el sufrimiento, no perdió en la desgracia su fiereza.


¡Oh altivo Zeus! tiempos más dichosos
aquellos tiempos que pasaron eran,


Cuando saciabas tu apetito ardiente de hecatombes y ninfas hechiceras; Más de los mismos dioses el reinado Término al fin en el espacio encuentra.


Los jóvenes empujan a los viejos cual tú un día empujaste en vil pelea a tu padre y tus tíos los Titanes, Júpiter parricida con fiereza.

También te reconozco, altiva Juno; a pesar de tus celos y tus quejas,
otra ha tornado el cetro de los cielos;
no eres la reina incontrastable y bella,

y tus brazos de lirio ya impotentes miro, e inmóvil tu ojo de gacela;

y ya a la hermosa que de Dios el hijo,
fruto divino, en sus entrañas lleva,


tu venganza cual rayo de los cielos, diosa vencida, a destrozar no llega.


Y a tí también, también te reconozco: ¿Con tu saber y tu égida y tu fuerza la caída evitar no has conseguido del viejo Olympo, Palas Athenea?



Y también llegas tú, tierna Afrodita; tus cabellos cual oro en tu cabeza brillaban otras veces, ahora luce como plata tu hermosa cabellera.


Hermosa estás, el cinturón famoso
de las Gracias te ciñe y te sujeta,

y sin embargo, miedo incomprensible,
raro temor me causa tu belleza; y si cual héroes de lejanos días tu hermoso cuerpo poseer debiera,

por loca angustia el corazón opreso
yo moriría de quebranto y pena.

Eres tan sólo, Venus Libitina, ya de la muerte la deidad siniestra.

Tampoco Ares con su mirada amante
a su querida lívida contempla;

Febo Apolo, el hermoso adolescente, inclina tristemente la cabeza,

y la lira sonante que alegrara del Olimpo feliz la noble mesa, y vibró en el banquete de los dioses, destemplada sostiene con su diestra.

Más sombrío Hefaistos me parece, Y el adusto Vulcano con fiereza a la celeste reunión no sirve a Hebe sustituyendo, el dulce néctar.




La risa inextinguible de los dioses
Después de tanto tiempo ya no suena.


Yo jamás os amé, ¡viejas deidades!
¡Divinidades clásicas y fieras!

Más piedad santa y compasión, ardiente.


De mi pecho sensible se apodera cuando errantes os miro por la altura,

¡Dioses abandonados! ¡sombras muertas! ¡Nebulosas imágenes que el viento hace huir aterradas y dispersas!



Y al, pensar cuán cobardes y cuán falsas los dioses son que un día os vencieran,

esos sombríos y modernos dioses que hoy los cielos dirigen y gobiernan,

zorros de sangre ansiosos, que se cubren con la piel del cordero,

ardiente llena
la ira mi pecho, y deshacer sus templos y por vosotros combatir quisiera.


Por vosotros, deidades sonrientes, y vuestro buen derecho, que la Grecia con su ambrosía perfumó y sumiso, en vuestro nuevo altar lleno de ofrendas adorar y cantar y alzar al cielo los brazos suplicantes yo quisiera.


Verdad es que otras veces, viejos dioses,
de los humanos en las luchas fieras del vencedor tomábais el partido, venales cortesanos de la fuerza.

Pero es el alma del mortal más noble,
más entusiasta y generosa y tierna, y yo sigo, en las luchas de los dioses, de los dioses vencidos la bandera.

Hablaba
así, y en el sereno cielo las visiones fantásticas de niebla, sensibles a mi voz, enrojecían, mirábanme con silenciosa pena, y cual por el dolor transfiguradas fundiéronse de pronto en las tinieblas.

Ya se había escondido silenciosa
la luna tras las nubes cenicientas, alzaba el ancho mar su voz sonora, Y del espacio en la extensión inmensa salían victoriosas, derramando sus eternos fulgores, las estrellas.

http://www.poesiaspoemas.com/heinrich-heine/los-dioses-griegos

http://wwwpoeticadiosa.blogspot.com/


2 comentarios:

Elvira dijo...

Me gustaron, aunque es un poco largo. La foto también me gustó mucho, hasta tiene un castillo.

pity dijo...

Acabo de leerlos y la verdad esque algunos son muy bonitos.Enhorabuena por tu entrada está muy bien.

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