sábado, 30 de abril de 2011

Un hallazgo sorprendente: el Transchronion

Ahora que ya ha pasado algún tiempo desde ese comentado viaje a Grecia, me dispongo a revelar un hallazgo que he mantenido en secreto hasta el momento. Estando en Delfos, cuando daba una vuelta por las callejuelas en  aquel frío  atardecer nevado, descubrí una pequeña tienda en la que, sorprendentemente, no parecían ofrecerse a los visitantes los consabidos objetos de recuerdo, sino que estaba atestada de curiosidades que inmediatamente llamaron mi atención. Entré, y me recibieron el calor de una estufa y de la acogida de un encantador anciano, con el que entablé una interesante conversación. Su familia era oriunda de Siracusa, y algunos de los objetos que tenía en su tienda habían pertenecido a su familia desde siempre. Me invitó a curiosear, por si encontraba algo de mi agrado;  rebusqué entre todas aquellas antigüedades hasta que encontré una vieja cajita polvorienta, no especialmente llamativa, pero que parecía llevar siglos esperando por mí.  El anciano aprobó mi elección  con una enigmática sonrisa. Salí de allí con la sensación de llevar un tesoro en mis manos, pero con el ajetreo del viaje no volví a pensar en ella. 

Al llegar de vuelta a casa cogí la  caja con la intención de limpiarla un poco, pero al manipularla se abrió un compartimento, dejando a la vista un pergamino. Lo desplegué, sorprendida y emocionada, y descubrí unos dibujos con símbolos que no comprendí, y una palabra: TRANSCHRONION. Observando con más detenimiento creí entender aquellos extraños dibujos, parecían un plano con indicaciones para construir un artefacto maravilloso, y en ese momento me acordé del anciano y su antigua familia de Siracusa, y recordé el nombre del anciano: Arquímedes.

Inmediatamente tomé una decisión: proponer a mis alumnos de Cultura Clásica la construcción de una máquina para cada uno, de modo que organizásemos unos viajes en el tiempo para concluir el curso con unas semanas de auténtica inmersión en el mundo grecolatino. Mis 10 entusiastas alumnos se emocionaron con la idea, y rápidamente eligieron lugar de destino. (Por supuesto, tengo la autorización de sus padres para tan extraño viaje, después de asegurarles que no correrían ningún peligro). 

Así pues, en los dos meses que quedan para terminar el curso cada uno de ellos escribirá un relato de vez en cuando, para contarnos sus aventuras y explicarnos cuanto vayan aprendiendo en sus respectivos destinos.
Seguro que agradecen vuestros comentarios, amigos conocidos y desconocidos.

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