Hoy, por fin llegamos al primer destino al que teníamos pensado visitar, Ítaca. Estamos muy contentos ya que el Transchronion ha funcionado perfectamente. Esta mañana, al desembarcar, lo primero que hemos hecho es buscar un sitio donde alojarnos; encontramos una pequeña posada en la que conocimos a un hombre muy amable que nos acompañó a nuestro cuarto. El cuarto tenía seis camas, hechas por cuatro patas de madera unidas a una cabecera; el interior estaba hecho por una tira de piel atada con unas cuerdas a los extremos de la cama. Pedimos dejar nuestras cosas allí, pero el hombre se sorprendió un poco ya que no teníamos la misma "estética" que se llevaba en aquella época. Cogimos lo necesario y nos fuimos a ver al rey, Odiseo. Llegamos a donde estaba, y nos escondimos detrás de uno de los árboles del jardín del palacio. Allí estaba el rey, dispuesto a partir hacia Troya, despidiéndose de Penélope, y de su hijo. Lo seguimos un rato, tenía pinta de estar muy seguro de lo que iba a hacer. Cuando nos cansamos de caminar, nos paramos a que Dani y Carlos parasen a comer unos bocadillos de chorizo que llevaban en sus mochilas, a eso de las 6 de la tarde. Volvimos al centro de la ciudad, y le dijimos a la gente que veníamos desde muy lejos, desde España. Nadie conocía ese lugar y estuvimos contándoles a la vez que ellos a nosotros, cosas sobre nuestros "hogares".
Volvimos a la posada donde otra vez, aquel señor tan majo, llamado Ampelios, nos acompañó a nuestra habitación. Antes de irnos a dormir para el día siguiente hablamos de lo que haríamos la siguiente mañana.
¡¡¡ Pero no sabéis lo que nos pasó !!! Uno de nuestros teléfonos empezó a sonar, aunque nosotros no nos despertamos porque ya estabamos acostumbrados a escucharlo, Ampelios, que estaba en la habitación de abajo lo escuchó, y subió sobresaltado, vió una luz que salía debajó de la almohada de Javi, e intentó cogerlo, pero en ese momento Javi se despertó y le dijo a Ampelios que volviese a la cama, que debería ser todo imaginaciones suyas, a lo que Ampelios asintió, y volvió a su habitación, aun que no de muy buena gana y no del todo convencido.
Al día siguiente por la mañana Javi nos contó lo que había pasado, pero nos pareció una tontería ya que solo ibamos a estar allí una semana.
Nos vestimos y bajamos a la taberna que estaba debajo de la posada a desayunar y Xandre, que aun debía de estar un poco dormido, le pidió a la señora de la taberna que le pusiese un ColaCao con Oreo.
La señora, sorprendida y sin entender nada de lo que Xandre le había dicho, cogió un plato y le hechó unos cuantos cereales junto con un vaso de vino, mientras que los demás tomamos un yogur griego y una fruta cada uno.
Pasamos allí tres días más y partimos hacia el país de los Cicones donde llegaremos esta misma noche....Os seguiremos contando nuestras aventuras....
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