viernes, 19 de junio de 2015

EL FINAL DE UN GRAN VIAJE

Tras una gran noche en las magníficas instalaciones del palacio de Alejandro Magno nos levantamos con gran energía y bajamos a desayunar. Unas criadas nos condujeron hasta un comedor en el cual nos esperaban Alejandro y Hefestion con una mesa llena de diferentes tipos de alimentos. El emperador nos dijo que cogiésemos todo lo que quisiésemos y nosotros comenzamos a probar la deliciosa comida que nos habían brindado. Después de un gran desayuno subimos a nuestros aposentos para prepararnos para el largo viaje que nos esperaba.
Una vez preparados nos reunimos con nuestros dos amigos a la entrada del palacio. Al abrir la gran puerta, nos encontramos con un gran número de soldados que aguardaban en una perfecta y ordenada formación la llegada de su emperador.
-¿Y todos estos soldados?- dijo Sabela C.
-Son mi ejercito y evidentemente ellos nos acompañaran durante nuestra expedición a la capital de mi gran Imperio: Alejandría.
Teniendo en cuenta esto, emprendidos el largo y duradero camino hasta la capital del Imperio. Durante el viaje nos paramos a descansar varias veces, hacía un gran calor y el camino se nos hacia pesado. En uno de estos descansos, Alejandro nos comunicó una noticia que nos alarmó.
-Compañeros, mi mensajero me acaba de comunicar que todo un ejercito persa nos espera a menos de una hora de aquí. Teniendo en cuenta que sois unos simples viajeros os daré la opción de no luchar aunque personalmente me gustaría mucho que vosotros los hombres peleaseis conmigo- nos dijo Alejandro Magno.
-Será un orgullo luchar bajo tus órdenes- dijo Alejandro.
-Claro emperador cuente conmigo- dijo Sergio.
-Yo si le parece bien me quedaré protegiendo a las mujeres- dijo César.
-¿Y yo no puedo ir?- dijo Verónica mostrando su audacia.
-Las mujeres no pelean- dijo Alejandro Magno con un tono despectivo.
Acto seguido, Alejandro Magno nos llevó a una tienda improvisada y nos proporcionó unas armaduras, un escudo y unas espadas. A continuación ordenó a sus soldados levantar un campamento para pasar la noche antes de salir a la batalla.
Esa noche nos fuimos un tanto preocupados a la tienda, realmente, nuestras vidas corrían peligro pero sabíamos que la batalla de la que hablaba era la Batalla de Gaugamela y pasaría a la historia como una victoria aplastante del ejercito Macedonio por lo que con un poco de fortuna no nos ocurriría nada.

Llegó el día, nos levantamos muy temprano por la mañana y junto a todo un ejército de Macedonios iniciamos un viaje que se nos hizo eterno debido, seguramente, a los nervios. Finalmente llegamos a un enorme descampado en el que nos esperaba el interminable ejercito persa. Sergio y yo nos encontrábamos junto a Alejandro Magno, que nos había proporcionado dos caballos y un equipamiento de gran calidad. Antes de empezar la batalla, Alejandro inició uno de sus discursos motivadores. Realmente, puedo aseguraros que esta experiencia nunca se nos olvidará, ya que ver cómo Alejandro, en su caballo Bucéfalo, motivaba a todo su ejército para derrotar a los persas ponía la piel de gallina.


Al terminar el discurso,todos los soldados comenzaron a gritar y a levantar sus armas. Acto seguido, Alejandro Magno dió las instrucciones a los dirigentes de las distintas secciones del ejército. La táctica de Alejandro sabíamos que sería muy útil, y que todavía hoy en día se usa, pero realmente Sergio y yo no nos enteramos de mucho.
-Bueno compañeros, vosotros dos manteneros a mi lado y no os mováis, solamente id detrás de mí eliminando a todo persa que se os cruce. Recordad que hay que tener mucho cuidado con los arqueros persas, así que aprovechar los escudos que os he dado-dijo Alejandro Magno.
-De acuerdo señor-Dijo Sergio
Siguiendo sus instrucciones,permanecimos parados a su lado durante un tiempo que se nos hizo larguísimo. Tal como esperábamos, los persas llevaron la iniciativa, cubriendo el cielo de flechas. Afortunadamente, nuestros escudos nos salvaron del daño. Durante un tiempo permanecimos observando cómo el ejército griego, liderado por un Alejandro Magno que luchaba como ningún otro, iba reduciendo el número de enemigos, que en un principio era superior numéricamente a nosotros. En cuanto a nosotros, la batalla fue bastante tranquila, ya que teníamos a todo un escudo humano como era el emperador, aunque cierto es que tanto Sergio como yo tuvimos que acabar con varios persas que nos venían a matar. Finalmente llegó un momento donde nuestra superioridad numérica y militar era aplastante y por lo tanto pudimos ver como los pocos persas que quedaban se retiraron.


Todos los macedonios gritaban y daban saltos de alegría, habían ganado una batalla importantísima y que nosotros sabíamos que pasaría a la historia.
-Vaya, realmente me habéis sorprendido, habéis luchado muy bien, enhorabuena, ahora toca celebrarlo-dijo Alejandro Magno.
-Ha sido un placer-dije yo.
Después de las felicitaciones, emprendimos el camino hacia el campamento. Al llegar, nos reunimos con nuestros compañeros, los cuales nos esperaban con gran entusiasmo. Después de contarle nuestras experiencias, empezamos el viaje hasta nuestro último destino: el palacio de la capital del imperio Alejandría.
Finalmente, tras un larguísimo y pesado camino llegamos a Alejandría. Hacía mucho calor y el sol pegaba con mucha fuerza. El recibimiento que nos hicieron fue espectacular, todo el mundo nos aclamaba, lanzaban flores, nos aplaudían...La decoración era espectacular, había preciosas alfombras, enormes estatuas de oro y magníficas fuentes.

Tras el gran recibimiento, pasamos  la noche en un palacio de ensueño, donde disfrutamos de un delicioso banquete y una serie de actuaciones que hacían que las horas pasasen rápido.
Finalmente,tras dormir en el palacio, nos levantamos muy cansados y bastante tristes ya que debíamos volver a casa. Bajamos a la entrada donde nos esperaban Alejandro Magno y Hefestion:
-Bueno compañeros, espero que tengáis un buen viaje y os vaya bien en vuestros negocios,muchas gracias una vez más por salvarle la vida a Hefestion y por participar en una gran batalla como ha sido la de ayer. Espero veros pronto, buen viaje!-dijo Alejandro Magno.
-Muchas gracias por salvarme la vida compañeros, os estaré agradecido toda mi vida, aquí siempre sereis bien recibidos. Buen viaje!-dijo Hefestion
-No tenéis que agradecer nada, para nosotros ha sido un honor poder pasar estos días con vosotros. Muchas gracias por vuestra hospitalidad y mucha suerte en vuestras próximas conquistas-dijo Verónica en nombre de todos.
Tras despedirnos uno a uno de Alejandro Magno y Hefestion, así como de todos sus hombres salimos del palacio para dirigirnos a un rincón asegurándonos de que nadie nos viese. Allí, pusimos fin a una experiencia inolvidable y que posiblemente fuese el mejor viaje de nuestras vidas.Con gran pena, cogimos el TRANSCHRONION y marcamos el año 2015 y Ferrol . El viaje se había terminado....

F     I      N

jueves, 18 de junio de 2015


  Lucio Quincio Cincinato (Lucius Quinctius Cincinnatus) (519 a.C.-439 a.C.) patricio, cónsul general y más tarde dictador romano durante un breve periodo de tiempo por orden del senado, fue un personaje histórico mitificado por la historiografía romana republicana. Catón el Viejo y otros republicanos romanos lo convirtieron en un arquetipo de rectitud, honradez, integridad y otras virtudes romanas, como frugalidad rústica y falta de ambición personal, que supo combinar con una capacidad estratégica militar y legislativa notables.


      Fue elegido cónsul de Roma en el año 460 a.C. Ejerció el cargo en un período en el que Roma estaba envuelta en las luchas entre patricios y plebeyos. Dos años después de su consulado, cuando el ejército romano del cónsul Minucio se encontraba cercado por los ecuos y los volscos, el pueblo de Roma exigió el nombramiento de un dictador. Cincinato, valorado por sus virtudes y su asombrosa inteligencia, era el principal candidato. Se dice que se encontraba arando, en su granja de cuatro acres cercana al Tíber, cuando le llegó el requerimiento del Senado. Derrotó a los ecuos y, en menos de un mes de mandato, volvió a su finca. Se consagró como el ejemplo del perfecto ciudadano republicano.

       En el año 493, con ochenta años, Roma vuelve a requerir de sus servicios a la República, cuya libertad estaba en peligro ante el excesivo y peligroso control que Espurio Melio ejercía sobre ella. Resolvió la cuestión ayudado por Cayo Servilio, que puso fin a la vida de Melio.

      Su ejemplo inspiró el nombre de la ciudad estadounidense de Cincinnati, en el estado de Ohio, nombre puesto en honor a la sociedad de los "cincinatos", la cual honraba a George Washington, considerado por esta sociedad como un "Cincinato" de los días de la revolución americana.

Conociendo a un GRAN EMPERADOR

Nos levantamos muy cansados tras el largo y duro día de ayer. Bajamos a la taberna a desayunar donde tomamos unos deliciosos cereales y unas cuantas frutas. Acto seguido cogimos el TRANSCHRONION con gran impaciencia y marcamos el año 331 a.C. por lo que nuestro destino se correspondería al floreciente período helenístico de la civilización griega. Teniendo en cuenta esto llegamos en Septiembre de ese mismo año a la capital del reino de Macedonia; Pella. Aparecimos en una gran plaza situada en el centro de la ciudad por lo que dedujimos que nos encontrábamos en una ágora. No había mucha gente cosa que nos extrañó y además hacía muchísimo calor. Tras hablar un buen rato sobre lo que debiamos hacer decidimos ir en busca del palacio en el que residia Alejandro Magno y tratar de entrar en el con una excusa(que iriamos pensando por el camino) y poder conocer así al gran Alejandro Magno.
Nuestra búsqueda se inició por unas calles estrechas que parecían interminables. Finalmente llegamos a una calle llena de puestos con distintos objetos a vender. De pronto, mi compañero Alejandro y yo divisamos a un grupo de bandidos que estaban atacando a un pobre hombre; ambos nos miramos y decidimos ir a ayudarle. Los asaltantes al darse cuenta de que los habíamos visto, decidieron escapar. Acto seguido nuestra compañera Verónica se dirigió al hombre con un tono amable:
-¿Estás bien?
-Si, gracias a vosotros no he sufrido ningún daño ni me han robado. No sé como agradeceroslo, por cierto mi nombre es Hefestion.
La respuesta hizo que todos nos mirásemos unos a los otros, nuestros conocimientos de la vida de Alejandro hicieron que nos diesemos cuenta de que acababamos de salvarle la vida al hombre de confianza del mismo Alejandro Magno.Teniendo en cuenta esto teniamos la situación idónea para cumplir nuestro objetivo y conocer a Alejandro. A continuación César le dijo:
-Encantado de conocerte, me gustaría saber si conoces a Alejandro Magno.
-Pues claro que lo conozco, es mi mejor amigo y puedo presumir de ser su hombre de confianza.
-Si realmente quieres agradecernos nuestro acto no hay nada que nos haga más ilusión que conocer personalmene al gran Alejandro.-dijo Sasi.
-Pues claro, ahora mismo os llevo al mismisimo palacio de Alejandro. Antes de nada me gustaría conocer vuestros nombres.
-Por supuesto, mi nombre es Alejandro, igual que el emperador- dijo con una sonrisa nuestro compañero Alejandro.
-Yo soy Sérguios- dijo Sergio
-Nosotras nos llamamos Elisavet- dijeron las dos Sabelas a la vez.
-Yo soy Calisto- dijo César.
-Yo soy Berenice- dijo Verónica.
Una vez presentados emprendimos el camino hacia el palacio de Alejandro. El trayecto fue un tanto largo pero bastante entretenido. Finalmente llegamos al lugar que tan ansiosamente llevábamos esperando. Nos recibió un soldado en la imponente entrada de la residencia que ante la explicación del ya nuestro amigo Hefestion nos dejo pasar con amabilidad. Una vez dentro una criada nos condujo hasta el cuarto donde se encontraba Alejandro. Tras un largo recorrido que hacía que pareciese que nos encontrabamos en un laberinto llegamos a la habitación. Hefestion abrió la puerta y con una confianza que nos extrañó un poco dijo:
-¡Alejandro! ¿Qué tal amigo?.
-Buenas Hefestion, ¿quienes son estas personas que están junto a ti?- dijo Alejandro Magno con cara de extraño.
-Son unos amables hombres que me salvaron la vida y por lo tanto he decidido premiarlos con esta visita.
-Estupendo, tomad asiento invitados-dijo Alejandro.
Entramos con gran timidez y nos sentamos en unos lujosos asientos que había en la habitación.
-Bueno pues ahora que ya estais cómodos me gustaría saber vuestros nombres y porque habeis venido hasta esta ciudad.
                                           
De nuevo, uno a uno fuimos diciendono nuestros nombres griegos y una vez hecha la presentación Sabela P. dijo:
-Somos unos simples viajeros que paramos en esta gran ciudad a descansar.
-Así que habéis salvado a mi hombre de confianza, supongo que seriais vosotros tres no?-dijo Alejandro Magno refiriendose a Sergio, Alejandro y César.
Esta actitud un tanto machista propia de la época, molestó un poco a nuestras compañeras pero evidentemente no se manifestaron.
-Si, fuimos nosotros-dijo Sergio con orgullo.
-Bueno, pues teniendo en cuenta que la vida de Hefestion es para mi fundamental ya que aparte de compañero de batallas es como un hermano para mi y lo habeis salvado os voy a hacer una propuesta.¿Os gustaría acompañarme en mi próxima expedición militar?-dijo Alejandro Magno
-Por supuesto, será un honor emperador pero, ¿podrían venir nuestas acompañantes?-dijo Alejandro Pita.
-Si, no hay problema pero evidentemente no participarán en la guerra; en el caso de que la tengamos lo cual es muy probable.
-Muchas gracias señor-dijo Verónica.
Y tras esta impactante conversación y entusiasmados con la oferta de Alejandro Magno nos despedimos del emperador y de Hefestion y nos dirigimos hacia los aposentos que Alejandro Magno nos había destinado en su palacio.
CONTINUARÁ...

La vuelta a Ítaca

Tras 20 años fuera, Odiseo por fin regresaba a Ítaca, sin saber con que se  iba a encontrar. Esta vez, lo que hicimos fue disfrazarnos, ya que sería la última vez que viviríamos una escena como las que habíamos vivido durante todo el viaje. Nos disfrazamos, y nos mezclamos entre la gente del pueblo.
Cuando Odiseo llegó a palacio, vio como un gran grupo de hombres rodeaba a su esposa mientras ella tejía.
¿Que hacía tejiendo?. Durante los 20 años que Odiseo estuvo aunsente su mujer, Penélope, tejía, ya que había prometido que cuando terminase de tejer la prenda que estaba haciendo, buscaría a otro hombre. Lo que esta hacía todos los días era tejer, y por las noches se despertaba para ir a destejer lo que había hecho, y así, durante mucho tiempo, hasta que una de sus criadas la descubrió, y lo contó.
Cuando Odiseo llegó a junto de sus esposa, al verla rodeada de hombres, los mató a todos, sabiendo que eran sus pretendientes.
Penélope no lo reconocía....No sabía que aquel hombre, después de tanto tiempo, era su marido.
Lo que hizo este, fue hablarle sobre su noche nupcial, contándole cosas que solo ellos dos sabían.
Penélope lo reconoció y ese mismo día Atenea alargó la noche, para que esposo y esposa pudiesen disfrutar de su mutua compañía...
Nosotros estábamos tristes por no poder quedarnos unos días más, pero decidimos, que no pasaba nada por utilizar el Transchronion una vez más, y como podía llevarnos al pasado..Decidimos ir a Mykonos, y pasar una semana "de descanso" allí...

miércoles, 17 de junio de 2015

El Último Día de un Viaje muy Especial.

Como era nuestro último día, decidimos ir a ver la caída de Pompeya y presenciar la erupción de uno de los volcanes más peligrosos del mundo.
- Adiós jóvenes, que la gloria de Neptuno os acompañe.- Dijo Marcus.
- Gracias por permitir que nos quedemos en tu domus.- Dije yo.
- Espero que no hayamos sido demasiada molestia para vuestra familia.- Dijo Bea
- No os preocupéis por la molestia dada, ya que nos encanta tener visitantes de tierras lejanas.- Respondió Cornelia.
- Fue un gusto conoceros a todos.- Dijo Marta.
- Espero que tengáis una vida feliz mientras dure.- Comentó Iván, a la vez que Jaime le daba un codazo para no alterar el curso de tiempo.
-Adiós y que tengáis un buen viaje.- con eso se despidió la familia..- Paseamos por última vez por la ciudad pasando por el templo de Júpiter y utilizamos el transchronion para dirigirnos al final de Pompeya, desde una distancia segura, por supuesto. 
Cuando llegamos el olor a azufre nos inundó los pulmones al observar una enorme confluencia de fuego y roca que arrasaría todo lo que estuviera a su alcance. Mientras pasaba esto decidimos escondernos en una cabaña del lugar para evitar intoxicarnos con los gases liberados por el volcán.
Después de que esto sucediera decidimos visitar a Plinio, un famoso escritor que escribió acerca del volcán, para que nos contara más cosas de este insólito acontecimiento. Cogimos, de nuevo, el transchronion y lo ajustamos para llegar un poco después de la erupción hasta el lugar en donde se hallaba Plinio. 
Al llegar, vimos una sombra de un hombre en la oscuridad y pudimos distinguir un papel en su mano.
-¿Ese seguro que es el escritor que vio la erupción no?- Preguntó Jaime.
-Se llama Plinio el joven, la única persona que tuvo la sangre fría de recopilar datos sobre la erupción y sus efectos secundarios en su ciudad natal, esos mismos datos que ayudaran a prevenir erupciones muy destructivas en el futuro.-Dijo Julio.
-¿Creéis que deberíamos acercarnos a hablar con él?- Preguntó Marta.
-Si, a lo mejor tiene cosas interesantes que contarnos.- Comenté.
Mientras, nos acercábamos a la sombra de aquel extraño y confirmamos nuestra teoría de que se trataba de Plinio el Joven. Cuando estábamos a menos de un metro de Plinio sin querer Iván se tropezó con una rama que sobresalía del suelo y se cayó rozando la pierna de Plinio y este saltó y grito del susto, ya que pensaba que era un animal salvaje.
- Perdón, me caí- Dijo Iván disculpándose rápidamente.
-No pasa nada muchacho, pero me diste un susto de muerte- Comentó Plinio, mientras ambos se incorporaban.
-¿Es usted Plinio?- Pregunté.
-En efecto, ese soy yo. ¿Me buscabais?- Contestó Plinio
-Si, queríamos preguntarle acerca de sus investigaciones sobre el Vesubio.-Dijo Julio. Cuando escuchó esto decidió enseñarnos la carta que llevaba encima con el fin de entregársela a Tácito, un historiador, senador, cónsul y gobernador del imperio romano de aquella época:


El 24 de agosto, alrededor de la una de la tarde, mi madre llamó a Plinio el Viejo porque acababa de ver  una nube que tenía un tamaño y una forma muy inusuales. Acababa de tomar el sol y, tras haberse bañado en agua fría y haber tomado una comida ligera, se había retirado a su estudio a leer. Ante la noticia, se levantó inmediatamente y salió fuera; al ver la nube, se dirigió a un montículo desde donde podría tener una mejor visión de este fenómeno tan poco común. Una nube, procedente de qué montaña no estaba claro desde aquél lugar (aunque luego se dijo que venía del monte Vesubio), estaba ascendiendo; de su aspecto no puedo darte una descripción más exacta que se parecía a un pino, pues se iba acortando con la altura en la forma de un tronco muy alto, extendiéndose a su través en la copa a modo de ramas; estaría ocasionada, me imagino, bien por alguna corriente repentina de viento que la impulsaba hacia arriba pero cuya fuerza decreciera con la altura, o bien porque la propia nube se presionaba a sí misma debido a su propio peso, expandiéndola del modo que te he descrito arriba. Parecía ora clara y brillante, ora oscura y moteada, según estuviera más o menos impregnada de tierra y ceniza. Este fenómeno le pareció extraordinario a un hombre de la educación y cultura de mi tío, por lo que decidió acercarse más para poder examinarlo mejor.

Tras leer esta carta nos dimos cuenta de todas las vidas que arrasó el volcán y de que miles de pompeyanos murieron por curiosidad o por ingenuidad.
Conversamos un rato con Plinio y decidimos que iba siendo hora de volver a casa y contar esta experiencia que no olvidaríamos nunca .
Exhaustos por el estrés que nos causó la erupción del volcán, viendo morir a tanta gente y nuestro instinto "gritándonos" salir de ahí, decidimos volver al instituto, más concretamente a la salida para no tener que dar más clase, idea que propuso Julio y a todos nos pareció buena, por desgracia atrajimos las miradas de todos  los presentes debido a nuestro aspecto, ya fuese por la ropa o por lo sucios que estábamos a causa de las cenizas del volcán.
Los que fueron a casa andando tuvieron que aguantar el olor a azufre un par de minutos más que los que fuimos en coche. Además de miradas de extrañeza y dolor de cabeza por el uso continuado del transchronion y la incomodidad de los zapatos que tras tantos días de uso se volvieron incómodos.

Al día siguiente volvimos a clase como un día normal y corriente, cuando llegó la hora de Cultura  con Magdalena le devolvimos el aparato y entre todos empezamos a contar los episodios interesantes de nuestros viajes.
Nuestro viaje termina aquí y con él, nuestra historia que esperamos que os haya gustado y que muchos otros estudiantes de años posteriores la lean cuando Magdalena les hable de hacer un viaje como éste.



¡¡VALE AMICI!! ☺☻

Guerras Médicas: Batalla de las Termópilas

Aparecimos 10 años después de nuevo en la playa, y tras comprobar que ninguno de nosotros estaba herido nos decidimos a presentarnos en el campamento Persa.
Cuando Jerjes nos vio llegar se dibujó en su rostro una tierna sonrisa.
-Pensaba que habíais muerto amigos míos,ya hace diez años que no os veo...-Nos dijo.
-Estamos bien, no se preocupe por nosotros.-Contestó Sabela P. al momento.
-Nos atraparon los Atenienses y nos hicieron sus prisioneros para que les dijéramos donde se ocultaba el campamento Persa._Se inventó Sergio.-Por supuesto no les dijimos nada.
-Bueno, lo importante es que ahora estáis bien. No sé si sabéis que hemos perdido la batalla.-Dijo esta vez seriamente.
-Ya nos enteramos.-Contestó Verónica apenada.
-Bueno, no hay que ponerse tristes, lo importante no es perder una batalla sino ganar la guerra, además esta vez iré yo al mando en lugar de mi padre, así ampliaremos las fronteras de nuestro gran imperio.-Nos animó Jerjes.-Venir a ver el gran ejército que he reunido.
Seguimos a nuestro amigo Persa hasta la parte trasera del campamento y quedamos realmente asombrados. Eran aproximadamente unos 300.000 guerreros todos colocados en filas y dispuestos a partir, dirección  Atenas, en cualquier momento.
Cuando Jerjes dio la orden, avanzamos conquistando territorio a cada paso que dábamos, las ciudades iban cayendo una tras otra, razón por la cual el nombre del líder Persa era temido en todo lugar.
Ya casi habíamos logrado nuestro cometido, pero como nosotros sabíamos que pasaría, fuimos detenidos antes de llegar a Atenas en las Termópilas.
El lugar era mucho más bonito de lo que previamente imaginamos, destacaba por sus preciosos manantiales y sus altas montañas, como pudimos comprobar la zona sería muy fácil de defender, ya que se trataba de un estrecho, pero era la puerta de entrada a Grecia por lo que aunque con el miedo en el cuerpo y la vista en todas partes, avanzamos lentamente.
Nos encontramos de frente con unos 300 Espartanos que diferenciamos a la perfección gracias a todo lo que nos contó Magdalena, nuestra profesora de Cultura Clásica, sobre ellos en el segundo trimestre. A decir verdad su aspecto era terrorífico. Todos los soldados llevaban un escudo cóncavo de madera en cuya cara estaba representada la letra lambda por lo que dedujimos que dicha letra era el símbolo de Esparta.Vestían una coraza esculpida de bronce y estaban armados con una lanza de unos dos metros, además de con una espada corta que por lo que posteriormente comprobamos usaban en el combate cuerpo a cuerpo.

-Nosotros no vamos tan armados como ellos.-Se quejó Alejandro.
-No te preocupes por eso.Nosotros les superamos en número.-Le respondió César con una sonrisa.
-Contamos con los 10.000 inmortales, es lo mejor que posee el ejército Persa, nuestro cuerpo de élite. Los Griegos creen que cuando uno muere otro substituye su lugar, esto es solo un mito pero no os preocupéis. No creo que luchen en semejante desventaja.-Comentó Jerjes.
Al quinto día a nuestro rey se le agotó la paciencia y le exigió a Leónidas, rey de los Espartanos, un hombre de unos 50 años aproximadamente, que entregara las armas. Leónidas se negó a cumplir los deseos de Jerjes, razón por la cual el Persa instauró su trono en la colina más cercana y ordenó el comienzo de un ataque. Jerjes se estaba impacientando, lo veíamos sufriendo por la derrota que creía inminente.
Cuando estábamos dispuestos a marcharnos y continuar con nuestro camino un Griego se aproximó a Jerjes y le contó que había un camino que rodeaba las montañas y desembocaba en la retaguardia Espartana. Esto mismo transformaba a Efialtes, que así era como se llamaba el susodicho, en un traidor Griego. A cambio de esta importante revelación Efialtes fue acogido por el ejército Persa y el rey prometió colmarlo de oro y joyas.
Llegado a este punto, y conociendo ya el desenlace tanto de esta batalla como de la de Salamina decidimos despedirnos definitivamente de nuestros amigos los persas.
-Jerjes, tenemos que partir esta vez definitivamente.-Le dije al rey Persa muy apenada.
-¿Entonces ya no volveremos a vernos?-Preguntó Jerjes al cual pareció no gustarle mucho esta noticia.
-Desgraciadamente no...-Contestó Verónica.-De todas formas gracias por todo Jerjes, ha sido toso un honor luchar a vuestro lado.
-Pasarlo muy bien donde quiera que vayáis.-Dijo Jerjes intentando hacerse el fuerte y ocultar una lágrima que resbalaba por su mejilla.
-Adiós!-Respondimos todos simultáneamente.
Nos echamos a caminar, y cuando nos aseguramos de que nadie podía vernos cogimos el transchronion e introducimos la siguiente fecha...
Quizá la razón de que los Persas perdieran las Guerras Médicas no fuese otra que el vacío que le dejamos al pobre Jerjes al desaparecer para siempre.

martes, 16 de junio de 2015

Virginia

Virginia fue una joven romana que nació en el año 465 a. C. Fue objeto de una historia en la Antigua Roma, relatada en la obra de Tito Livio Ab Urbe condita libri.
Virginia era una joven plebeya, hija Lucio Verginio, un respetado centurión y estaba casada con Lucio Icilio, un antiguo tribuno de la plebe. Apio Claudio empezó a codiciar a Virginia, pero esta al rechazarlo hizo que Claudio y uno de sus clientes Marco Claudio la reclamasen como su esclava. Después Marco Claudio la secuestró mientras iba a la escuela. A esta acción se opuso la multitud del Foro Romano ya que tanto el padre como el marido de Virginia eran respetados. La multitud del Foro Romano forzó a Marco a llevar el caso ante los decenviros, que estaban por Apio Claudio. El padre de Virginia, Verginio, fue llamado para defender a su hija, mientras que Icilio, el marido, consiguió devolver a Virginia a casa. Apio Claudio trató de impedir la llegado de Verginio através de sus seguidores, pero llegaron demasiado tarde.
Cuando Verginio llegó dos días después, se reunió con sus partidarios en el Foro. Pero Apio Claudio no le dejó hablar y declaró que Vieginia era esclava de Marco Claudio. Con todo esto, Verginio pidió interrogar personalmente a su hija.  Apio Claudio se lo concendió, pero Verginio agarró un cuchillo y apuñaló a Virginia, fue el único camino que encontró para mantener en libertad a su hija.
Tanto como Verginio como Icilio quedaron arrestados.

Guerras Médicas: Rumbo a Maratón

Una vez terminado nuestro viaje en Troya, fijamos la fecha del transchronion en el 490 a.C.

Lo primero que nuestros ojos vieron fue el amanecer de una playa desierta, limpia y con aguas cristalinas como si de una película se tratase. Como no sabíamos que hacer ni a donde ir, decidimos tomarnos un pequeño tiempo para descansar y poder disfrutar un poco del lugar y de la playa.
A medida que la tarde se acercaba y con ella el frío, nuestra preocupación por encontrar alojamiento aumentaba poco a poco, pero nuestro desasosiego se convirtió en sorpresa, cuando vimos que, después de todo un día sin ver ni una sola persona, divisamos un individuo el cual vestía con lujosas vestimentas que era transportado en una especie de trono dorado y decorado con bellos grabados. El mismo trono era transportado por unas personas de aspecto pobre y sucio, por lo que dedujimos que pertenecían a la casta de los esclavos.
La desconfianza se apoderó de nosotros a cada paso que daban los esclavos y el trono se acercaba y por primera vez las primeras palabras no fueron de nuestra parte.

-¡Soy Darío I el Grande, rey de toda Persia! -Dijo el hombre regordete, el cual se levantó de su trono con aires de grandeza y pura chulería.
Y justo después de que el susodicho hablara, un joven de tez morena y de prominente barba, salió de entre las sombras.
-¡Y el es mi hijo y heredero, Jerjes! -El joven a su vez se acercó lentamente hacia nosotros, como presumiendo de su grandeza y poderío. -Estamos buscando apoyo para la futura guerra que llevaremos a cabo contra los griegos.
Pero no nos dimos cuenta de que mientras el rey nos invitaba a luchar en su bando, el joven príncipe no paraba de mirar a Sabela C.
-¿Cómo os llamáis muchacha? -Preguntó el príncipe a Sabela Castro, mientras le acariciaba la cara con el dorso de su mano.
-Elisavet señor. Y ellos son Calisto, Berenice, Alejandro, Elisavet y Sérguios. -Dijo, mientras nos señalaba respectivamente a cada uno.

Finalmente, tras seguir insistiendo el rey en su petición, aceptamos la oferta de estar entre sus fila; pero obviamente acordamos ponernos al final de todo, ya que queríamos salir vivos.
Al ir con ellos, nos llevaron a un enorme campamento, con miles y miles de tiendas, donde acabamos en la tienda personal del príncipe.
Al día siguiente caminamos hacia Atenas, con intención de conquistar esta última. Durante el viaje conservábamos con el ejército persa, el cual nos mostró su deseo de apoderarse de tan poderosa ciudad y al mismo, sus preocupaciones por ser vencidos. Nosotros intentábamos animarlos, aunque en un principio pensamos que no sería lo correcto aliarnos con ellos, con el tiempo descubrimos que eran un gran pueblo y unas grandes personas y pudimos entender lo que nos habían explicado nuestros profesores del futuro.
-No os preocupéis, lleváis preparándoos durante mucho tiempo para esta guerra, seguro que ganáis.- Comentó Verónica.
-¡Os lo aseguramos!-dijo Alejandro.

Después de eso, caminamos hasta la playa en la que nos encontramos con nuestros nuevos amigos persas.

Era sobre el mediodía y el sol brillaba sobre nuestras cabezas,lo peor de todo era ir aguantando al rey Darío todo el camino.
- Tengo muchos motivos para invadir Atenas y aunque sé que tienen aliados como los de Platea no nos rendiremos.¡Pagarán por su traición al participar en la revolución jónica!
Por suerte Jerjes consiguió que se callara y justo en ese momento divisamos un grupo de soldados que dedujimos que eran Atenienses.
-¡Rendiros Persas!-Gritó un joven desde el otro lado de la playa.
-¿Quién eres tu para ordenarnos algo semejante?-Respondió Darío en un tono burlesco.
-Mi nombre no es de vuestra relevancia,pero si deberíais saber que Filípides,el mejor hemeródromo ateniense ha dado aviso a Esparta de ese conflicto que pretendéis desencadenar y por lo tanto el ejército Espartano se ha ofrecido a luchar a nuestro favor.No tenéis la más mínima posibilidad de vencernos.
-¿Qué es hemeródromo?-susurró Sergio.
-Se llama hemeródromo a una persona capaz de recorrer grandes distancias,llevan mensajes importantes de ciudad en ciudad.-Le contestó un soldado Persa con el que nunca habíamos hablado.Le dimos las gracias por su contestación pero no nos dio tiempo a continuar la conversación porque justo en ese instante una multitud de Atenienses se abalanzó sobre nosotros...
Rápidamente antes de que alguno de nosotros saliese herido cogimos el transchronion y fijamos la fecha.
480 A.C...



lunes, 15 de junio de 2015

Nuestra última isla por visitar...

Esta sería la última isla que íbamos a visitar antes de el regreso de Odiseo a Ítaca, y teníamos que aprovechar muy bien el viaje, ya que esto solo nos pasaría una vez en la vida. Esta vez visitaríamos la Isla Trinacia o también conocida como la Isla del Sol.
Como siempre, nosotros ya nos encontrábamos en la isla antes de que Odiseo y su tripulación llegase, para encontrar algún sitio donde "alojarnos".
Odiseo y sus hombres atracaron en la isla. A Odiseo le habían advertido varias personas que evitase visitar esa isla, esas personas fueron Circe y el fantasma de Tiresias, a las cuales no hizo caso, debido a que sus hombres le rogaban parar a descansar.
Odiseo cedió, pero haciéndoles jurar una cosa : no tocarían el ganado de la isla para nada.
Tuvimos que utilizar el Transchronion varias veces, ya que durante un mes, hubo fuertes vientos y Odiseo y sus hombres no pudieron partir.
Un día, mientras estábamos en nuestro"escondite" detrás de unos árboles, y de repente escuchamos una voz, era Odiseo.
Nos preguntamos que hacía allí, tan lejos de su tripulación, hasta que escuchamos lo que estaba diciendo, estaba rezando !! Pedía, y volvía a pedir regresar a Ítaca, con su gente, con su familia. Tuvimos que estar muy callados para que no nos pillase, porque estábamos a apenas dos metros de el.
Se dio la vuelta y se dirigió a donde estaban sus hombres, y decidimos seguirlo, cuando llegamos, vimos como la tripulación, temiendo morir de hambre, había sacrificado y comido parte de el ganado de la isla.
Pasados unos días, cuando consiguieron salir de la isla, un rayo enviado por Zeus partió el barco donde viajaban Odiseo y sus hombres, matándolos a todos.
Como era nuestro último viaje, nosotros nos quedamos algún tiempo más allí, ya que si se había alargado el viaje, teníamos excusa para no ir a clase...jjjjjjjj
















sábado, 13 de junio de 2015

El muro de Adriano



Cuando el resto de grupos terminaron de contar sus experiencias durante el día llegó nuestro turno.
-Nuestra visita al muro de Adriano fue muy entretenida- dijo Julio
-¿Que puede tener de entretenido eso?- Preguntó Iván
-La verdad es que fue mucho mas divertido de lo que pensábamos que sería, ya que es una obra de ingeniería muy complicada para la tecnología de esa época.-Contesté yo.
-Hablamos con Aulus Platorius Nepos, el supervisor de la edificación. Resulta que no conocen la muralla por el nombre de Muro de Adriano, si no por Vallum Aelium.-Introdujo Julio
-¿Quién construyó el muro?-Dijo Bea
-El muro fue construido por las tres legiones que estaban en Britania en ese momento.- Dije yo.
-La verdad es que nos sorprendió la rapidez con la que construían el muro, a pesar de su enorme magnitud y complejidad -Añadió Julio a mi comentario.
-¿Cuánto abarcaba el muro?-Intervino Jaime.
-El muro separa Bretaña entera, desde Newcastle hasta Bowness-on-Solway, es decir, de costa a costa.-Contesté yo.
-Según nos contó un soldado constructor del muro, la anchura de este es de tres metros y tiene una altura de 4,5 metros. A demás tuvimos el privilegio de subir hasta la parte más alta del muro acompañados de un centinela que estaba de guardia.-Dijo Julio
-¿Y qué pudisteis ver desde allí?-Preguntó Ana.
-Desde esa posición, además de observar las increíbles defensas del muro, pudimos apreciar la estupenda posición estratégica que ofrecía haber construido ese semejante muro en un  lugar así.-Respondí yo.
-Mientras estábamos allí el centinela tuvo la amabilidad de explicarnos los diversos mecanismos de defensa que poseía tanto el muro como sus alrededores.-Añadió Julio
-¿De tantas defensas, cuál era la más traicionera?-Intervino Bea
-Quizá la parte más peligrosa de la defensa era el foso ya que era una trampa que dejaba a los atacantes indefensos contra el contraataque de los centinelas.-Respondió Julio.
-Después de una comida modesta, ya que no nos invitaron a comer porque estaban muy ocupados, o eso nos hicieron pensar, tuvimos que salir silenciosamente a ocultarnos para que no nos viesen usar el transchronion, el centinela no nos quitaba el ojo de encima. Y estuvimos escapando de el para poder irnos.-Dije yo.
Con eso terminamos todos el día y nos dirigimos a la cama.

miércoles, 10 de junio de 2015

La vida social de Roma

En cuanto Iván y Jaime terminaron de hablar sobre su experiencia en el Coliseo, Bea y yo nos dispusimos a hablar sobre la nuestra propia.
- Nosotras visitamos varias ciudades, incluida esta, y visitamos, también, diferentes lugares interesantes para saber como viven actualmente los ciudadanos.- Dije.
- ¿Os acompañó alguien o fuisteis solas?- Preguntó Jaime.
- Acompañamos a Cornelia y a sus esclavos, ya que tenía que ir a comprar la comida.- Dijo Bea.
- ¿Visitasteis los "cagódromos"?- Preguntó Marta con euforia.
- Se llaman letrinas Martolas, y tuvimos el privilegio de entrar y poder hacer uso de ellas.- Dije.
- ¿Después fuisteis al mercado no? Probablemente había cosas muy bonitas. ¿Comprasteis algo?- Dijo Iván.
- Si, el transchronion  nos dio el dinero necesario para comprar yo, por ejemplo me compré unas sandalias y una palla y una stola que son típicas vestimentas romanas y muy bonitas.- Dije.
- Yo compré un collar y unas sandalias también. Después de comprar dejamos a Cornelia y nos dispusimos a ver como era tratada cada persona y a fijarnos en todos los detalles de la ciudad.-Dijo Bea.
-Vimos unos "indicadores" que marcaban el camino hacia los lupanares para los extranjeros que no sabían hablar latín y, también, visitamos las termas y nos bañamos en unas piscinas de agua caliente, fue muy relajante.- Añadí.
- ¡Que suerte! Yo siempre quise ir para ver como funcionaban y para bañarme allí.- Dijo Julio.
- Realmente no lo sé solo me centré en lo relajante que era.- Volvió a hablar Bea.
- Pero lo que, por mi parte, más me sorprendió fue el trato a mujeres. Ellas vivían bajo la tutela del "pater familias" el cual tenía derecho sobre la vida de la mujer. Según nos dijo Cornelia el divorcio solo era válido si el hombre quería. Además, la mujer carecía de derechos políticos.
Antonia, su hija menor, tenía los mismos estudios que su hijo mayor, gracias a "profesores particulares" contratados por Marcus Antonius Caesar el cual quería que su hija recibiese la misma educación pero, normalmente, eso era muy difícil ya que las mujeres no tenían los mismos privilegios de los hombres.- Dije.
- Luego pasamos por delante de unas casas semiabandonadas las cuales tenían unas pintadas. Con el transchronion pudimos traducir lo que ponían y observamos que eran algo similar a pancartas electorales. Cuando volvimos a coger a Cornelia para irnos le preguntamos si estaban en época de elecciones a lo que ella nos respondió con una afirmativa y nos dijo que su esposo también se presentaría.- Dijo Bea.
- Con eso terminamos nuestra experiencia por las calles pompeyanas y regresamos a casa.- Dije.

martes, 9 de junio de 2015

LOS HORACIOS Y LOS CURIACIOS

En la Antigüedad y en la Edad Media para evitar muertes innecesarias, se acordaba que la batalla se decidiese entre los campeones de cada bando.
Cuando Tulio Hostilio, el tercer rey de roma, declaró la guerra a la ciudad de Alba Longa, se acordó que lucharían hermanos trillizos por cada uno de los bandos. Los Horacios defendiendo a Roma y los Curiacios defendiendo a Alba Longa.
Juramento de los Horacios
En principio el duelo fue muy igualado pero, poco a poco, los Curiacios fueron acorralando a los romanos hasta que mataron a dos de ellos. El tercero de los Horacios salió huyendo, y los tres Curiacios, un poco heridos, lo persiguieron. Pero como los Curiacios no corrían a la misma velocidad, se fueron separando unos de otros. Cuando ya estaban suficientemente alejados entre ellos, el Horacio se dio la vuelta y los mató uno por uno.
Batalla entre Horacios y Curiacios

Cuando el Horacio llegó a Roma fue ovacionado, solo su propia hermana Camila lloraba desconsolada. El regreso de su hermano significaba que todos los Curiacios habían muerto, nadie sabía que, en secreto, se había prometido con uno de ellos. Cuando su hermano lo entendió, la apuñalo diciendo: "Así mueren las mujeres romanas que lloran al enemigo".
Muerte de la hermana de los Horacios

Por el asesinato, el Horacio fue condenado a muerte pero pudo salvar su vida cuando suplicó al pueblo y su pena fue liberada por el sororium tigillum.


lunes, 8 de junio de 2015

Conversando con Helena y el final de Troya

Estábamos completamente paralizados, no sabíamos que hacer. A pocos metros se encontraba Helena mirando por la ventana, absorta en sus pensamientos.
¿Cómo reaccionaría Helena al ver a unos extraños en sus aposentos?
Cuando Vero se decidió a hablar, Helena se giro sobresaltada, pero pronto relajó sus facciones para esbozar una pequeña sonrisa.
Todos sentíamos la tensión del momento, pero Helena irradiaba un aura de tranquilidad que amansó al grupo. Vero fue la primera en dirigirse hacia ella y hablarle de lo que ocurriría, a lo que Helena contestó que ya lo sabía, que los griegos estaban a punto de entrar en Troya y destruirla.
Reinó de nuevo el silencio, pero volvió a romperlo Vero, con una nueva pregunta.
-¿No piensas irte de aquí ahora que estas a tiempo? Podríamos acompañarte a un lugar seguro o...
-No.-Interrumpió Helena.- No puedo abandonar Troya, no puedo abandonar a Paris. Y si tengo que arder con esta ciudad, lo haré.

De pronto, unos gritos inundaron la sala, gritos de victoria y fuertes golpes en la habitación de Helena.
Nadie entendía nada, fue entonces cuando la señora de Paris miró por la ventana y comenzó a llorar. ¿Qué es lo que ocurría? César, el que más conocía de la historia,  nos sopló que los griegos seguramente estarían realizando la retirada.
Y así era.
Los troyanos entraron en la habitación con cánticos de victoria, solo nosotros sabíamos lo que iba a ocurrir esa misma noche.
Pasaron las horas y Helena no se separaba de nosotros, nos hablaba de la gran fiesta que se haría esa noche para celebrar la victoria sobre los griegos. Con nuestra guía particular recorrimos las calles de Troya, hasta que llegó el momento.
-Chicos, llevo con vosotros todo el día y aún no sé vuestros nombres... ¿Cómo os llamáis?-La pregunta de Helena era con un tono materno.
Nos quedamos pensativos, hasta ese momento nadie nos había preguntado nuestros nombres. ¿Cómo nos llamaríamos para no llamar la atención?
Sabela P. en un momento de lucidez, le contestó rápidamente.
-Yo, me llamo Elisavet y ella también-Señalando a Sabela C., luego, continuó.- aquí se encuentran también Berenice (Verónica), Calisto (César), Alejandro y Sérguios (Sergio).
Sabela P. nos miró con una sonrisa y todos suspiramos de alivio, Helena se rió y dijo:
-Que nombres más originales, chicos.
Tras esta última pregunta, nos condujo al palacio donde ya había comenzado la fiesta, todo el mundo bebía y gritaba de alegría por la victoria ante los griegos.
Pasó el tiempo y uno de los guardias llegó con unas inesperadas noticias: los griegos habían dejado un gran caballo de madera a las puertas de Troya como obsequio, entonces los troyanos lo metieron dentro.

Nuestro grupo pensó en irse yendo ya a lugar seguro, pero la fiesta seguía y seguía y decidimos quedarnos un poquito más. Cuando ya era noche cerrada y los troyanos se encontraban ya dormidos, nos escondimos para poder ver como los griegos salían del caballo, pensamos en empezar a dar voces para alertar, pero no podíamos alterar el curso de la historia, nos moríamos de pena al pensar como acabaría aquello, todos habiamos hecho amigos allí y todos pensábamos en una persona: Helena.
Observamos como los griegos bajaban del caballo y empezaban a aniquilar a los troyanos en un silencio oscuro como la muerte. Alejandro nos alertó de que debíamos irnos ya de aquel lugar, ya que pronto empezaría la batalla y no podíamos quedarnos allí o seguramente acabaríamos muertos. Pronto, vimos el problema, ¿cómo saldríamos de la ciudad?
Sergio rápidamente apareció detrás de nosotros vestido con una armadura griega, y empezó a jugar con la espada, alocadamente. ¿Cómo había conseguido eso? Solo Sergio lo sabía y preferimos no saber nada acerca de ello.
Los griegos abrieron la puerta y comenzó a entrar el ejército, pusimos a Sergio (el cual no paraba de dar voces para que nos dejaran paso) delante del grupo y comenzamos a pasar por el medio del ejército griego.
Finalmente pudimos salir de Troya, la cual desde fuera solo se veían los reflejos del fuego tras las altas murallas.

 Con tristeza (menos Sergio, el cual había conseguido un juguete nuevo, la espada) cogimos el transchronion y ajustamos una nueva fecha.
¿Cual será nuestro nuevo paradero...? 

Nuestra visita al coliseo

A la hora de cenar aquel día decidimos contar nuestra aventura primero, ya que fuimos los primeros en salir utilizando, obviamente, nuestro transcrhonion.
Iván y yo decidimos ir a ver el Coliseo después de un rápido desayuno. Nos habíamos levantado temprano, ya que el espectáculo comenzaba al amanecer y finalizaba por la noche. Por lo que llegamos a la ciudad y nos dirigimos al Coliseo,mientras intentábamos mezclarnos entre la población.
Cuando finalmente llegamos al Coliseo, tuvimos la sensación de  asistir a un gran partido de fútbol. En el momento en el que nos sentamos en el Coliseo, nos fijamos en que este estaba organizado en cinco niveles, cada uno reservado según la clase social de los espectadores, cuanto mas alta era la clase social más cerca se encontraba de la arena.
Poco después comenzó el espectáculo, que se inició con una marcha de los gladiadores a través de la arena. Luego de esta marcha tuvo lugar el sorteo de las parejas de gladiadores que se enfrentarán. Tras esta marcha tuvo lugar el comienzo del primer duelo. Ambos gladiadores estaban equipados con un fuerte armamento como espadas, lanzas, redes...


Tras un disputado combate entre ambos luchadores,  nos dimos cuenta de la brutalidad que tenían los combates. Al final del enfrentamiento, un gladiador cayó fuertemente herido por el contraataque de su adversario y unos sirvientes, vestidos de forma similar a Hermes, se acercaron y le dieron un mazazo en la frente del gladiador herido. Entonces, extrañados, le preguntamos a un espectador que se encontraba al lado de nosotros:
-¿Qué esta pasando? -Dijo Iván con cara de extrañeza
-Lo están golpeando para comprobar si está muerto. -Respondió el espectador.
Cuando comprobaron si realmente el gladiador estaba muerto, engancharon su cuerpo con ganchos y lo llevaron hasta la puerta de ejecución.

-¿ Puede haber combates en los que ninguno de los gladiadores gane?- Pregunté yo con curiosidad.
-Así es. Hay combates nulos en los que ningún gladiador se lleva la victoria. Y en ocasiones si un gladiador cae aturdido, este tira las armas y se tumba en el suelo boca arriba, levantando la mano izquierda. Cuando esto ocurre, la decisión de si el gladiador herido era perdonado o no corresponde al vencedor, pero lo normal es que esta decisión se le diese al emperador, que escrutaba a los espectadores, sí estos levantaban el pulgar hacia arriba significaba que lo dejarían libre; por el contrario si lo bajaban hacia abajo, no le perdonarían la vida.- Respondió el espectador.
 Tras abandonar el Coliseo, regresamos junto a nuestros compañeros de grupo para contarles lo bien que nos lo habíamos pasado viendo los espectáculos del Coliseo. Allí nos preguntaron ellos:
-¿Siendo un espectáculo tan largo, no os cansabais?- Preguntó Ana.
-Pues la verdad es que fue muy divertido porque no solo se organizaban duelos de gladiadores, si no que también peleas de animales salvajes, e incluso un espectáculo en el que se llenaba la arena de agua y se representaban batallas navales- Respondí yo.

-¿Cuál ha sido tu favorito, Jaime?-preguntó Marta
-Pues la representación de batallas navales. Fue muy espectacular-Dije yo.
-¿Y el tuyo, Iván?-preguntó Bea
-También, el de las batallas navales
-Lo pasasteis muy bien entonces- dijo Julio







domingo, 7 de junio de 2015

Nuestro viaje a la Isla de las sirenas ...

Otro de los destinos que hemos visitado en este viaje es la isla de las sirenas. Si, esos seres, con cuerpo de mujer y cola de pez. Investigamos antes de viajar con nuestro Transchronion a la isla. Las sirenas de aquella época no se parecen en nada a la idea que tenemos ahora de ellas. Eran una especie de criaturas, por decirlo así, no muy agraciadas, que encantaban a los marineros con sus cantos, y estos quedaban completamente encantados, lo que no sabían es que después acabarían muertos.
Comenzamos nuestro viaje hacia la isla de las sirenas, esta vez, decidimos ir a pie para no hacer mucho ruido, ya que esta vez corríamos un gran riesgo.
El barco de Odiseo lanzó su ancla al mar para parar a descansar. Ahí aprovechamos para subir, porque queríamos vivir en primera persona lo que Odiseo hacía.
Después del descanso, divisaron las figuras de las sirenas.
Odiseo le dijo a sus hombres que lo atasen al mástil del barco, que quería oír el canto de las sirenas, que por nada de el mundo, por mucho que el lo pidiera, lo desatasen.
A ellos les dio la orden de ponerse cera en los oídos par no escuchar, y así hicieron.
Y os preguntareis, ¿Que hicimos nosotros para no escuchar el canto?.
Como ya dije en otra de mis entradas, todos llevábamos nuestro teléfono móvil, y lo que hicimos fue coger unos cascos y conectarlos al móvil con música para no escuchar los cantos.
Cuando pasábamos por al lado de las sirenas, lo único que veíamos era a Odiseo intentando desatarse, veíamos como gritaba, y como miraba a su tripulación con cara de angustia.
Finalmente, pasamos la isla de las sirenas y llegamos a mar abierto.
Odiseo, les contaba a sus compañeros lo maravilloso que era el canto de una sirena, y como lograba controlarle.....

martes, 2 de junio de 2015

Horacio Cocles

Horacio Cocles, cuando lo oí por primera vez no sabía quien era, ni siquiera me sonaba de ningún libro/película, pero resulta que su historia es una de las mas interesantes y heroicas de las leyendas romanas.




Vivió en el siglo VI anterior a Cristo, y su fama se debe a que él solo frenó el avance del rey etrusco Lars Porsena y sus tropas mientras sus compañeros demolían el puente Sublicio, que estaba a las puertas de Roma, para que las tropas invasoras no pudiesen atravesarlo y, por tanto, no pudiesen llegar a la ciudad.
En un principio combatió junto a dos soldados más: Espurio Larcio y Tito Herminio, pero les obligó a entrar en la ciudad antes de que el puente fuese completamente demolido. Según la versión de Tito Livio, se arrojó al río después de destruir el puente y nadó hasta la orilla con la armadura puesta, pero según la versión contada por Polibio, nuestro héroe no tuvo tanta suerte y murió ahogado.

Si los etruscos hubiesen atravesado el puente, habrían destruido la República Romana, por lo que hay que agradecerle su gesta heroica, ya que si los etruscos hubiesen avanzado, nuestro mundo sería completamente diferente.

Dejo aquí un vídeo creado con Legos que representa la escena del puente.








Nuestro paso por la Isla de Eolo

Después de visitar la isla de Los Cíclopes llegamos a la isla de Eolo. Llegamos tarde así que no pudimos encontrar ninguna posada y dormimos entre las rocas, junto a una muralla de bronce que rodeaba la isla.
Nos despertó un ruido, y era el barco de Odiseo que llegaba con sus hombres. En cuento bajaron, Eolo los recibió, cosa que vimos muy de cerca. Como vimos que Eolo trataba de muy buena forma a Odiseo y sus hombres decidimos hacernos pasar por parte de su tripulación para colarnos en las ceremonias y los banquetes que Eolo organizaba. 
En uno de esos banquetes, como no, Xandre intentó guardarse todo lo que pudo debajo de la ropa, pero uno de los hombres de Odiseo se dio cuenta de que no pertenecíamos a su grupo por lo que empezaron a perseguirnos, pero gracias a que Dani llevaba el Transcrhonion en la mano pudimos transportarnos y escondernos en un lugar donde pudiésemos ver lo que hacían pero donde a nosotros no nos vieran.
Odiseo lo único que deseaba era volver a casa, y Eolo lo comprendió. ¿Y qué hizo? Lo que hizo fue calmar todos los vientos excepto uno, el viento del oeste, el cual envolvió en una boca de cuero y luego lo cosió para que no se escapase.
Odiseo, muy agradecido, y nosotros....Pobres, viéndolo todo desde la copa de un árbol viejo y con unos prismáticos barateiros de Decathlon, vimos como este se alejaba en la naves empujado por el viento del oeste que Eolo "soplaba", y nosotros detrás de ellos, sin que nadie nos viera, en unas motos de agua.
Pasaron nueve días navegando hacia Ítaca sin problema ninguno, y por fin veíamos los bosques y colinas, lo cual tranquilizó mucho a Odiseo y sus hombres. Odiseo, después de tantos días sin dormir decidió irse a dormir un rato. En ese momento aprovechamos para atar las motos, y subir a la nave.
Escondidos detrás del mástil vimos como los hombres de Odiseo se quejaban de que Odiseo no había compartido con ellos lo que se encontraba en aquella misteriosa boca de cuero, y decidieron abrirla mientras su capitán dormía. Al abrirla unos grandes vientos salieron de ella desencandenando un uracán que nos alejaría de su deseado destino y que a parte de eso, casi nos tira de un golpe a los seis.
Bajamos silenciosamente a por nuestras motos y le seguimos de nuevo a la isla de Eolo donde Odiseo le rogó por favor a Eolo que le volviese a ayudar a llegar a su hogar, pero éste enfadado le dijo que si los dioses habían permitido que le pasara esto sería por algo, y Odiseo volvió avergonzado a su nave y mandó partir a sus hombres, de nuevo, mar adentro.
Durante 6 días y 6 noches lucharon contra el mar, y el mal tiempo, y como siempre, nosotros, detrás de ellos.