Todo empezó como un día cualquiera, unas cuatro aburridas clases hasta quinta hora, hora de Cultura Clásica. Pero mientras caminábamos rumbo al aula de informática no éramos conscientes de que lo que pasaría después, iba a cambiar nuestras vidas por completo...
Entramos, nos sentamos y Magdalena nos presentó lo que íbamos a hacer, esta vez era algo peculiar. Magdalena pidió silencio, y de la nada sacó un viejo y sucio pergamino, donde había unas extrañas señas que parecían unas complicadas instrucciones de LEGO.
Nos explicó la procedencia de ese manuscrito, que lo había encontrado en una tiendecita en Grecia, que estaba en una caja polvorienta y le llamó la atención.
El manuscrito no era nada más ni nada menos que las instrucciones para montar una máquina del tiempo, el Transchronion.
La clase terminó con un sutil toque de misterio, ahora nos tocaba a nosotros pensar que aventura queríamos tener, ¿A qué época? ¿Qué acontecimientos íbamos a presenciar? Y la más grande de todas, ¿Grecia o Roma? Las dos opciones parecían jugosas, pero después de mucho deliberar, nos decatamos por la opción romana. Pero ahora tocaba profundizar un poco más, entre todos los temas que recogía la antigua civilización romana, decidimos presenciar la muerte de Cayo Julio César.
Estábamos entusiasmados, mucho más que con cualquier excursión o cualquier actividad extraescolar. Una vez llegó el día que tanto ansiábamos, no podíamos parar de pensar en lo que en las posteriores horas iba a suceder. Llegó el momento, Magdalena nos reunió en una pequeña plaza de los alrededores del instituto, giró la manivela del Transchronion y al instante se abrieron diversos portales, cada uno llevaba al destino seleccionado por los diferentes grupos, el nuestro era de un color azul verdoso.
Había llegado el momento, una vez delante del portal, el nerviosismo me jugó una mala pasada, ahora iría con dos kilogramos extra en el pantalón, ya no había vuelta atrás, nuestro primer objetivo sería encontrar una muda limpia en Roma. Así que sin pensarlo nos metimos en el portal...
Estábamos entusiasmados, mucho más que con cualquier excursión o cualquier actividad extraescolar. Una vez llegó el día que tanto ansiábamos, no podíamos parar de pensar en lo que en las posteriores horas iba a suceder. Llegó el momento, Magdalena nos reunió en una pequeña plaza de los alrededores del instituto, giró la manivela del Transchronion y al instante se abrieron diversos portales, cada uno llevaba al destino seleccionado por los diferentes grupos, el nuestro era de un color azul verdoso.
Había llegado el momento, una vez delante del portal, el nerviosismo me jugó una mala pasada, ahora iría con dos kilogramos extra en el pantalón, ya no había vuelta atrás, nuestro primer objetivo sería encontrar una muda limpia en Roma. Así que sin pensarlo nos metimos en el portal...
¡Vaya comienzo! Algo os tenía que ocurrir...A partir de ahora espero que todo os vaya bien, que viváis muchas situaciones interesantes y que sigáis vivos para contarlo :)
ResponderEliminarUn comienzo interesante; me hizo gracia que el transchronion se hiciera con Lego, y en general el cómo planteasteis las preguntas sobre vuestro viaje, vuestra elección final (a mi parecer acertada) y todo eso me gustó.
ResponderEliminarseguid así