lunes, 12 de noviembre de 2012

El fuego del cielo (3º parte)


La línea avanzaba lentamente entre la espesura del bosque. Los soldados agradecían aquella sombra que mitigaba ligeramente el calor cada vez más fuerte. Pertinax secaba una vez más su frente con el pañuelo, percibía el miedo de sus hombres y el suyo propio. De repente vio como un jinete se colocaba a su lado, era Siseuma.

-Los hombres tienen miedo y yo también- Siseuma parecía más alterado de lo habitual-. No sé porque pero hay algo extraño el el ambiente, en esta maldita calor.

Pertinax lo miró severamente.

-No hay nada de aire-continuó a medida que se acercaba a Pertinax-, todo está absolutamente quieto y encima de todo cada vez hace más calor, creo que...

-¡Basta ya!-le espetó Pertinax en un descomunal grito.

Toda la línea paró y los demás oficiales miraron atónitos al general que había perdido por completo los papeles. Pertinax se acercó al oído de Siseuma a medida que retomaban la marcha.

-Yo también tengo miedo-le susurró al oído-, pero el miedo es contagioso y no podemos permitir su propagación. Hemos recibidos órdenes estrictas del emperador de continuar la marcha y entablar batalla con Bellomarius mientras él se queda con Pompeyano en el campamento acompañados de la XII Fulminata.

Se separó de Siseuma y miró al resto de sus generales.

-Sigamos-proclamó en un tono firme y claro.

El silencio más absoluto volvió a apoderarse de todo el ejército.



&



El joven y atractivo Fronto observaba furioso las murallas del campamento. Subió las escaleras rápidamente y agarró con fuerza su vitis.

-¡Soldados, en pie!-ordenó con firmeza.

Fronto a pesar de su juventud ya era centurión, su carrera militar había sido brillante, sabía imponer respeto sobre sus subordinados pero al mismo tiempo era amado por ellos, por su magnanimidad y benevolencia.

-¡En pie!-volvió a gritar.

Fronto miraba con cierta lástima como aquellos hombres tenían que estar allí, bajo aquel sol inclemente que cada vez caía con más ímpetu sobre las tierras de Germania. Se disponía a bajar las escaleras cuando de repente le pareció notar que la tierra temblaba. Frenó en seco y volvió a notar la sensación con más fuerza. De pronto oyó un ruido en la lejanía, que crecía y crecía.

-¿Oís eso?-preguntó nervioso a los legionarios.

Uno de los soldados se levantó para oír mejor cuando de repente una flecha cortó el aire y se le clavó en el cuello, el soldado cayó de las murallas muerto al instante. Fronto se giró y vio con la cara desfigurada por el horror como miles de germanos salían de la espesura del bosque completamente enloquecidos listos para destruir aquel campamento.

-Que los dioses nos protejan-murmuró Fronto para sí mismo paralizado por el asombro y por el miedo.
 
continuará...






5 comentarios:

Helena Floralia dijo...

De primera. Bueno, muy buena parte de la historia (para mí la mejor) y con una moraleja sobre el miedo, que debemos mantener la calma en ciertas circunstancias para que el resto de personas que nos rodean no lo presientan. Sigue así Mateo :)

Camila Quintanilla dijo...

Me encanta esta historia que estás publicando por partes Mateo. Está muy bien redactada y es muy interesante y siempre nos dejas con la intriga. Espero impaciente la cuarta parte!!

Magdalena dijo...

Estás consiguiendo atraer la atención de muchos lectores sobre la historia. No los hagas sufrir demasiado esperando el desenlace:)

Naomi dijo...

Eso eso Mateo! Estamos impacientes por la 4ª parte :)

Juanma Couto Lema dijo...

:O pero qué bien, esto es un don!

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