Pirro, rey del Epiro

Año 281 a.C.

Delfos, Grecia Central

La mujer se retorcía y convulsionaba brutalmente en el suelo de la dura y fría caverna mientras gritaba y profería los gritos guturales más terribles imaginables. El terrorífico espectáculo era seguido con frialdad por el hombre situado unos pasos delante de la mujer que cada vez convulsionaba con más violencia y gritaba con más fuerza. Pirro empezó a sentir escalofríos y por primera vez en mucho tiempo, miedo. Intentó pensar en otra cosa.

Su vida no había sido tranquila, había tenido que luchar por su derecho al trono y después batallar contra aquellos malditos macedonios. Aquella guerra no había salido bien, había sido expulsado de Macedonia, y peor aún, no había expandido su reino y no había ni de cerca logrado su gran sueño, reconstruir el gran imperio del gran Alejandro Magno. Pero aquello era el pasado, ahora miraba al futuro que parecía más halagüeño que nunca. Así que la Magna Grecia, las colonias griegas en la bota de Italia, necesitaban ayuda contra aquellos bárbaros llamados romanos, pues él les ayudaría y de paso conquistaría toda Italia y derrotaría a aquellos salvajes que se hacían llamar la SPQR, el senado y el pueblo de Roma.

Sus pensamientos fueron repentinamente interrumpidos por un grito que parecía venir del mismísimo Infierno y que le heló la sangre. “Aio te Aecida romanos vincere posse” La pitonisa se desplomó sobre el suelo jadeando y completamente exhausta, el trance había terminado. Pirro sonrió y salió de la caverna. La luz le cegó al salir de aquel lúgubre lugar pero la brisa marina y el paradisíaco paisaje formado por olivos y laureles pronto le hicieron olvidar las penalidades, y sobre todo lo que había dicho el oráculo, que predecía el futuro a través de aquella pitonisa: “Eácida, digo que tú puedes vencer a los romanos”. Sí, el destino le empujaba hacia una gran victoria.

Pero si Pirro se hubiese parado a analizar aquella oración como hacemos nosotros en clase se habría dado cuenta de que el destino en realidad, no iba a ser tan claro...

                                                                                                  continuará...