miércoles, 19 de junio de 2019

Rumbo a Roma Parte III

Honorio se quedó muy sorprendido al decirle las palabras "De un lugar muy lejano". Su cara expresaba emoción y nos dijo que nos reuniéramos solos para hablar, sin ningún guardia pretoriano que oyese de lo que íbamos a hablar ya que era un tema  de alta privacidad. Nos mandó ir tras él, Pablo le preguntó hacia donde nos dirigíamos, a lo que él respondió que al sitio más recóndito de la ciudad y su lugar favorito, el río Adda.
Una vez allí nos reunimos en una cueva y nos preguntó que si habíamos venido en el transchronion con los planos que él heredó de generación en generación y usó para viajar en el tiempo. Los dejó escondidos en un local abandonado muy lejos de la ciudad con la esperanza de que ningún romano los encontrase y no se alarmase la población. No los destruyó porque quería que una población futura avanzase tecnológicamente ya que era un gran invento y su transchronion lo dejó guardado en el palacio. Cuando le respondimos que sí que veníamos del futuro nos dijo:
- Nunca lamentaré ninguna decisión tanto como aquella, desde ese día ya no soy capaz de estar tranquilo sabiendo todos los males que le esperan al Imperio Romano.
Nosotros asombrados, preguntamos.
-¿ A qué males te refieres?
- Viajé al futuro y caí en una época en la que el Imperio estaba en su peor momento
-¿ Qué viste?
- Me di cuenta de que ya era demasiado tarde como para volver atrás debido a que los pueblos bárbaros ya habían conquistado buena parte de todo el territorio consiguiendo así un gran poder sobre el Imperio, la crisis no ayudaba lo que hizo que aumentasen los impuestos, los problemas producidos por la religión cada vez iba a mayores y hubo un gran descontento debido a la casi desaparición de la moneda romana ya que no había ventas.
- Eso suena muy mal pero... ¿ Por qué dices que no se puede arreglar nada?
- Porque esto no es sólo consecuencia de las invasiones bárbaras, viene desde mucho antes
- ¿ Desde cuándo?
- Desde que mi padre Teodosio se murió y se dividió el Imperio en dos partes, la de Oriente gobernada por mi hermano Arcadio y la de Occidente gobernada por mi, se produjo un gran descontento social y cada vez el imperio fue perdiendo fuerzas hasta que se destruya por completo. Y ahora, contadme ¿Cuál es vuestro propósito aquí?
A lo que Pablo respondió.
- Venimos por un trabajo que tenemos que cumplir pero... se nos complicaron las cosas y ahora necesitamos tu ayuda para que nos digas cómo regresar a casa.
- Puedo ayudaros con una condición, conserva nuestro nombre en anónimo y que el futuro no sepa quienes somos. Arquímedes fue quien los diseñó y así los planos van pasando de generación en generación, hasta que llegaron a mí. Después de que os vayáis se los voy a dar como pensaba hacer a los descendientes de Arquímedes, como se ve no fue tan mal con su familia ya que llegaron a vuestro futuro.
- Muchas gracias de verdad no sabes lo que vas a hacer por nosotros.
Los 4 nos dirigimos hacia el interior de la cueva donde al llegar a lo que parecía el final destapó un cofre que estaba camuflado entre las rocas. Después de rebuscar las llaves por el lugar y pensárselo un poquito se decidió a abrirlo. Dentro estaban unos viejos planos representados en un papiro, al sacarlos comenzó a agitarlos mientras caía polvo. Nos los comenzó a enseñar y al rato nos dijo que le dirigiéramos hacia el lugar donde se encontraba la máquina por lo que nos siguió hasta allí. Una vez llegado le informamos de todo lo que nos había pasado y los problemas que habíamos tenido y comenzamos a pensar como sacar la máquina del lago pues por nosotros mismos no seríamos capaces de lograrlo. Honorio ordenó a sus guardias y esclavos construir un pontem para poder llegar hasta nuestro objetivo y una vez llegado hasta su localización utilizar una magna rota para poder sacarla. Los días de trabajo nos alojamos en el Palatium de Honorio el cual estaba asustado porque Alarico I se había declarado como el rey de los Visigodos.
Una semana después al terminarse la reparación y construcción antes de entrar en la máquina le deseamos a Honorio mucha suerte en su imperio a lo que nos respondió:
-Solo se puede destruir una gran nación cuando ella misma ya se ha destruido interiormente.
Nos quedamos quietos, no había nada que decir, se hizo el silencio. Samuel entró en la máquina, miramos hacia atrás una última vez y supimos que se había acabado nuestra aventura. Regresamos a nuestra época llenos de felicidad, echábamos mucho de menos a nuestras familias, ya se había acabado todo, y estábamos muy contentos, nunca olvidaremos está experiencia.

1 comentario:

Ren Comyet dijo...

Me ha encantado, ha sido un final conmovedor y ver como a lo largo de toda la historia os buscábais la vida con vuestro ingenio ha sido bonito y esperanzador. Para la próxima vez ya sabéis que Pablo tiene que tener más cuidado con el café, jeje.

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